Cuando planté mis geranios de flores rojas el verano pasado, lo hice en macetas para poder refugiarlos dentro de casa cuando llegase el invierno. Sabía que las bajas temperaturas, las heladas y la lluvia continua de este islote podían acabar con mis bonitas plantas. Por esto, al entrar el otoño trasladé las macetas al interior.
Me aseguré de buscarles un lugar "soleado". ¡Ja! ¿Soleado en Inglaterra? te preguntarás. Bueno, todo lo soleado que se puede... Es decir, los coloqué dentro de lo que los ingleses llaman conservatory, que se podría definir como un añadido acristalado a la casa. Y ahí, pegaditos a las ventanas con una orientación suroeste, mis geranios aguantaron todo el invierno.
Como dentro del "conservatorio" (sí, ya hemos adoptado esa palabra) no hay calefacción, supuse que las plantas sobrevivirían más o menos aletargadas. Pero me equivoqué. ¡No dejaron de florecer ni durante los meses más fríos! Llenando la casa de color, algo que a mí personalmente me levanta mucho el ánimo, y aún más cuando anochece a las cuatro de la tarde un día gris lluvioso.
¿Y cuáles han sido los cuidados? Pues muy pocos y sencillos. Regarlos un poquito cada semana, más bien de forma escasa porque las temperaturas eran bajas. Retirar las hojas y flores muertas. Abonar una vez al mes con el agua de riego. Y por último, girar las macetas para que ambos lados recibieran luz por igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario